La vida en uno de los sectores más importantes de Bogotá cambió por completo en un par de meses; el centro de Chapinero, la localidad de la diversidad, la cultura y la gastronomía capitalina, pasó de ser el corazón comercial de la ciudad a convertirse en una zona de cuidado especial en alerta naranja por el nuevo coronavirus.
Y es que a pesar de no ser la localidad con más casos reportados de covid-19 en la ciudad, sí es una de las que tienen la tasa más alta, pues alcanza cerca de 70 casos activos por cada 100.000 habitantes.
La vida en uno de los sectores más importantes de Bogotá cambió por completo en un par de meses; el centro de Chapinero, la localidad de la diversidad, la cultura y la gastronomía capitalina, pasó de ser el corazón comercial de la ciudad a convertirse en una zona de cuidado especial en alerta naranja por el nuevo coronavirus.
Y es que a pesar de no ser la localidad con más casos reportados de covid-19 en la ciudad, sí es una de las que tienen la tasa más alta, pues alcanza cerca de 70 casos activos por cada 100.000 habitantes.
La nueva normalidad transformó totalmente este sector de la capital. Allí, en donde están reconocidos restaurantes y bares, zonas residenciales de estratos altos y plazas públicas, las calles se llenaron de gigantescas vallas publicitarias con una señal de advertencia sobre la alerta naranja.
se recorrió la zona y encontró que, no obstante la pedagogía, los transeúntes, contra todo pronóstico, todavía parecieran no haber entendido lo que significa estar en una zona de cuidado especial. La UPZ de Pardo Rubio, el área de Chapinero declarada en alerta naranja, está llena de restaurantes, lo que hace que la afluencia de domiciliarios sea mayor que en otros sectores de la ciudad, y eso se evidencia en sus calles.
Pero tal vez lo más preocupante sea que ninguno llevaba puesto el tapabocas como debería: cubriendo nariz y boca.
“Les explicamos los riesgos, les decimos que es por su propia salud, pero ni así hacen caso, es muy complicado”, dice un policía de la zona que pidió no revelar su identidad, mientras hacía un operativo para multar a quienes incumplen la orden de aislamiento.
Con sorpresa, la respuesta de los desprevenidos es que “no sabíamos que hay que usar tapabocas”, cuando a menos de 2 metros hay un pasacalle con todas las indicaciones.
La preocupación de las autoridades no es para menos, están luchando contra un virus mortal que se propaga muy rápido. En Bogotá ha matado a más de 160 personas.
Según el alcalde local, Óscar Ramos Calderón, “todos los esfuerzos están concentrados en la sensibilización, estos primeros días nuestro trabajo es explicarle a la gente cómo se tiene que cuidar, y a partir de esta semana se inician los testeos masivos”, puntualizó.
Y aunque no hay que desconocer el esfuerzo del Distrito en hacer jornadas pedagógicas, pues hasta la misma alcaldesa Claudia López hizo un recorrido por el sector, megáfono en mano, para concientizar a la ciudadanía, hay que decir que estos despliegues o no parecen ser del todo atendidos, o todavía muchos no creen que puedan contagiarse o aún no se han enterado de las restricciones.
Ante todo esto, las autoridades sanitarias insisten en que los ciudadanos deben ser más conscientes del riesgo que están corriendo y que depende de ellos que el virus no lleve a Bogotá a una situación aún más crítica.
Ahora bien, es importante destacar que el problema no está en la zona residencial, pues allí las calles, en su mayoría, se ven vacías y los pocos peatones están paseando su mascota o mercando, cumpliendo las normas; el lunar son, sin duda, los domiciliarios. “Las campañas de pedagogía han sido muy buenas, pero la gente no entiende; me preocupa que salen sin tapabocas, uno ve hasta amigos reunidos en las calles y no puede decir nada, necesitamos más presencia de la Policía en toda la zona; si esto no se hace, el coronavirus se va a salir de control”, afirma Jaime Ramírez, residente del sector.